La semana pasada murió, a sus 90 años, uno de los psicólogos más influyentes de la historia: Daniel Kahneman.
Si no te suena su nombre, probablemente lo hará el título de su libro Thinking: Fast & Slow, que circuló en español como Pensar rápido, pensar despacio. Estuvo en la cima de los rankings, en las vitrinas de todas las librerías y fue recomendado por todo el mundo. Te apuesto que habrás visto la portada por ahí:
Aunque supuestamente es un libro de divulgación científica, no es de lectura fácil. Tiene un estilo académico y como quinientas páginas llenas de conceptos con nombres raros.
En realidad es un libro súper nerd, de esos que mucha gente compra pero que poca gente termina leyendo.
Personalmente, me encantó y sus ideas tuvieron una gran influencia en mi forma de pensar. Este libro me enseñó a desconfiar del razonamiento rápido y a cultivar la incertidumbre como hábito.
La partida de Kahneman es una tremenda pérdida. Por eso quería rendirle este pequeño tributo: contarte en breve de qué se trató su carrera, una de sus teorías más importantes y cómo lo aplico en mi vida.
Los sesgos de Dr. Kahneman
Kahneman fue psicólogo de profesión. Se dedicó a investigar cómo funciona nuestro cerebro cuando tomamos decisiones, nos formamos juicios o hacemos evaluaciones.
Una parte muy importante de lo que hizo fue descubrir y documentar sesgos cognitivos. Es decir, errores de razonamiento que todos cometemos en ciertos casos. Es más fácil de explicar, con estas flechitas:
¿Cuál segmento es más largo, el de arriba o el de abajo? En realidad, los dos miden lo mismo, pero todos vemos el de abajo más largo que el primero.
Este es un ejemplo sencillo de sesgo: la mayoría de los humanos erramos de la misma forma cuando se nos presenta este escenario. Pero a diferencia de estas flechitas, los sesgos que estudiaba Kahneman aparecen en decisiones que tomamos todos los días.
Por ejemplo: ¿has visto esos locales de sushi que tienen todo el menú con 70% de descuento todo el año?
Esta es una técnica que se basa en el sesgo de anclaje: la tendencia que tenemos a usar cualquier cifra disponible como referencia para tomar una decisión. Nadie en su vida compraría sushi al precio sin descuento, pero el solo hecho que ese “precio original” esté ahí, hace que nuestro cerebro crea que estamos recibiendo un descuento igual.
Lo mismo hacen muchos otros negocios, para hacernos creer que el valor de lo que estamos comprando es mayor de lo que estamos pagando.
Hay muchísimos sesgos documentados. Pero la virtud de Kahneman no fue solo observar y registrar cómo nos equivocamos. También propuso teorías que explican por qué somos así. Las más importantes son la teoría de los dos sistemas y la teoría de la perspectiva (prospect theory).
Sobre la primera, te cuento en la sección siguiente. La segunda la dejaremos para más adelante. (¿Tal vez la próxima edición, si quieres?)
Algo que no debemos olvidar, es que la investigación de Kahneman partió centrada en psicología, pero con el pasar de los años logró permear en otras disciplinas. La más afectada fue la economía, donde esta nueva forma de entender la mente humana causó una revolución y terminó dando a luz todo un campo de investigación conocido como economía conductual o economía del comportamiento.
De hecho, Kahneman fue premiado el 2002 con el Premio Nóbel de Economía1 por sus avances. Imagínate un psicólogo yéndose a meter al terreno de los economistas, dejando el desorden y más encima llevándose su Nóbel. Un verdadero crack.
Los dos sistemas
El título de Pensar rápido, pensar despacio nos sugiere ya cuál es el fundamento de toda la teoría de Kahneman. Nuestra mente tiene dos sistemas para pensar. Una funciona rápido, y la otra… despacio (jeje).
Pero en serio, Kahneman les llamó el Sistema 1 y el Sistema 2.
El Sistema 1, se encarga de las decisiones rápidas e intuitivas. Cuando tu cerebro dice: “¡la línea de abajo es más larga!” o “este Sushi es barato porque tiene 70% de descuento", eres testigo de tu Sistema 1 actuando.
El Sistema 2, actúa de forma deliberada, consciente y nos ayuda a elaborar ideas complejas. Es reflexivo, racional y capaz de asignar atención a las actividades que requieren esfuerzo. Si sacas una regla para medir los dos segmentos, o cuanto tu cerebro intenta recordar lo que pagas normalmente por un sushi para saber si el precio es realmente una oferta, estás usando tu Sistema 2.
Los dos sistemas nos permiten navegar la vida de forma eficiente. No podemos tomar cada decisión con razonamiento profundo, por eso es que el Sistema 1 nos ayuda a resolver esas miles de decisiones e intuiciones rápidas que necesitamos día a día.
Los sesgos cognitivos ocurren, nos dice Kahneman, cuando enfrentamos decisiones que requieren reflexión usando las intuiciones que nos da el Sistema 1. Usamos el pensar rápido cuando deberíamos usar el pensar despacio. Algunos ejemplos de estos son:
Cuando solo buscamos evidencia a nuestro favor para formarnos una opinión (sesgo de confirmación).
Cuando creemos que una persona será competente en un trabajo solo porque nos cayó bien (efecto halo).
Cuando pensamos que algo era “muy predecible” después de que ya ocurrió (sesgo retrospectivo).
Cuando creemos que nos vamos a demorar 1 mes en un proyecto que realmente se demora 3 (falacia de la planificación).
Entre muchos otros. Obviamente, nadie quiere aprenderse todos los tipos de sesgos que hay. Pero la enseñanza que nos deja Kahneman va más allá: debemos desconfiar de lo que parece racional y cultivar la incertidumbre.
Cultivar la incertidumbre
Como te conté, antes de leer este libro, tenía mucha más confianza en la racionalidad humana. Después de leerlo, me di cuenta de que muchos de los juicios y decisiones que parecen racionales en realidad están basadas en sesgos o intuiciones que no podemos justificar.
En palabras del héroe de hoy:
Pensamos que somos mucho más racionales de lo que somos. Y pensamos que tomamos nuestras decisiones porque tenemos buenas razones para tomarlas. Muchas veces es al revés. Creemos en las razones, porque ya tomamos la decisión.
Esto me hizo comenzar a ver y practicar la virtud de mantener una incertidumbre sana en muchos ámbitos. No atesorar tanto mis opiniones o decisiones y siempre asumir que hay una probabilidad no menor de estar equivocado.
O al menos, de estar sesgado.
Notas, enlaces, etc.
Hoy te traigo hartos enlaces para dar clic.
Primero: esta semana lancé el nuevo proyecto que te había contado. Se llama CuidaPet: la mejor opción para encontrar un veterinario a domicilio. (En Santiago de Chile, por el momento).
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Sobre el tema que hablamos hoy:
Te puedo recomendar este podcast donde hablo sobre el libro en más detalle:
Este artículo que escribí sobre otro libro de economía conductual que me gusta mucho.
Palabras al cierre
Fue una semana difícil: estuve bien resfriado y la vuelta a una jornada de trabajo “normal" me ha costado un poco. Como dicen, necesito vacaciones de mis vacaciones. Para variar, mi gran desafío es ordenarme para poder hacer todo, o al menos intentarlo.
Como compartí en LinkedIn, la edición anterior llegó al Top 4 de Chile en Substack. Muchas gracias a todos los que la leyeron e interactuaron. Si te la perdiste, de la dejo acá:
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Hasta el próximo domingo.
– Un fanboy de Daniel Kahneman (Francis)
No es un Nóbel 100% real, pero casi. Lo entrega la misma Academia en la misma ceremonia, pero no es de los originales y se llama un poco distinto. Hay gente que le encanta hacer esta distinción, a mí ya me parece trillado.
Súper acertada la frase!!! Cada vez entiendo más que es así, entonces cada vez trato de no sobre pensar tanto las cosas.
¿Has visto esta Ted Talk sobre cómo tomar decisiones difíciles? Sigue más o menos la misma filosofía https://www.ted.com/talks/ruth_chang_how_to_make_hard_choices?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare
Gracias a ese podcast tuyo con Juan Reyes me animé a leer el libro (pensé que era un hype de Linkedin para "darse color") pero no: es uno de los libros que más he disfrutado. Cada mañana (porque lo audioleí, extraño verbo nuevo) me daba tema de conversación con mi marido y me dejó muchísimo en qué pensar.
Ni el propio Kahneman creía que era posible para él huir de los sesgos, por lo que no creo que me haya liberado, pero sí vuelto más consciente y escéptica en general, pero de una buena forma, más compasiva conmigo y con otros. Me ayudó hasta en el curso que ayudo a dictar sobre decisiones pedagógicas basadas en datos, en donde lo transformamos en un módulo de una clase y siempre da para conversar mucho.
Gracias Francisco y a Daniel, que tanto nos entregó junto a su querido compañero y colega Amos (al que recuerda en prácticamente cada capítulo del librazo).
Un abrazo,