Esta historia comienza en las cuarentenas de 2020.
Como todos, me estaba volviendo loco.
No se podía salir a ningún lado. Porque estaba prohibido, pero más que nada: por miedo. Pensábamos que por mirar a otra persona nos podíamos contagiar y terminar conectados a un ventilador mecánico.
Pero algo había que hacer. El encierro era demasiado.
La solución que encontramos con la Fran: caminar dando vueltas en el estacionamiento del edificio (por suerte no es subterráneo).
Parecíamos locos en un manicomio, pero hacerlo me salvó de la locura.
De ahí aprendí una lección importantísima: caminar es un hábito muy poderoso. Aunque sea unos minutos, dando vueltas alrededor de un edificio, esquivando autos y con mascarilla.
Fue tanto lo que me ayudó caminar en esa época, que he mantenido el hábito hasta hoy.
Déjame contarte rápidamente cómo lo aplico a mi día a día.
Cómo camino
Como trabajo remoto casi siempre, es fácil pasar días enteros encerrado.
De hecho, llega a ser terrorífico lo “fácil” que puede resultar pasar de largo sin salir de la casa en todo el día. Al mismo tiempo, esos días son una tortura para mi cuerpo y mente.
Por eso me hago el tiempo todos los días de salir a dar una vuelta. A veces, más de una vez al día.
Tengo dos circuitos definidos que siempre recorro:
Vuelta a la cuadra: para partir el día, o despejarme cuando tengo poco tiempo. No me toma más de 10 minutos.
Vuelta larga: generalmente cuando se acaba el día, para conversar con la Fran o pensar en cualquier cosa. Me toma como 35 minutos.
La vuelta a la cuadra la comencé a aplicar recién este año como técnica para comenzar el día con más energía. Honestamente, al principio le tenía cero fe: ¿de qué puede servir caminar tan poco? Sin embargo, al probarlo me sorprendí lo mucho que te despierta recibir unos minutos de sol durante la primera hora del día.
De qué me sirve caminar
Caminar me ha servido para muchas cosas. Estas son algunas de ellas.
Regular mi ciclo de sueño. Caminar en la mañana me da energía para el resto del día. Y caminar por la tarde – especialmente si es un buen rato – es la señal perfecta para que mi cuerpo quiera ir a dormir.
Mejorar el ánimo. Salir a caminar nunca me ha hecho sentir peor. Cuando estoy estresado o bajoneado, salgo a caminar y – aunque no sea la solución a los problemas de fondo – me ayuda a verlos con una luz positiva.
Conversar. Caminar con alguien es la fórmula perfecta para tener una buena conversación. Es mucho más difícil distraerse con el teléfono o con los propios pensamientos. Si quieres tener una buena conversa con alguien: caminen.
Ahora bien, quizá tú trabajas presencial o caminas todos los días por otra razón y estarás pensando que nada de esto te servirá mucho. Pera terminar, déjame explicarte por qué creo que no es tan así.
Tiene que ver con una de las cosas que más me gusta de caminar: es algo que no tiene ningún objetivo específico.
Dar una vuelta es literalmente volver al punto de partida. No avanzar.
Eso es lo más bello de salir a caminar: es un recordatorio de que no todo en la vida tiene que tener un propósito. Hay cosas que puedes hacer porque sí.
Tarjetita de invitación
Hoy no hay pregunta, pero sí un desafío.
Sal a caminar solo o acompañado. La única restricción: no mires el teléfono. Deja que tu mente y pies deambulen libremente.
Cuéntame cómo te va.
Estudio de mercado
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La semana pasada me topé con este artículo sobre cómo TikTok y otras redes han ido normalizando la cirugía estética y el auto-diagnóstico de problemas de salud mental en la generación Z Me dejó perplejo – lúcido y escalofriante.
Palabras al cierre
Ya que la edición anterior estuvo más densa, quise que esta fuera más livianita.
Espero que te haya gustado y no te haya parecido demasiado inofensiva.
Ya se nos viene diciembre (!!) y comenzaremos con algunas temáticas de fin de año. Espero que me sigas acompañando en este recorrido.
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Muchas gracias por hacerlo.
Hasta el próximo domingo.
– Francis
Buena reflexión. Título alternativo: “Flaneuring”, una palabra en francés que se refiere al acto de caminar sin rumbo fijo, tomándose el tiempo para observar y pensar. Un “flâneur” es alguien que camina simplemente por el placer de hacerlo, sin un objetivo específico en mente.
Muy de acuerdo, soy fan de las caminatas y encuentro que salir un poco cambia totalmente el estado de ánimo. Justo hoy paseando al perro se me quedó el celular en la casa y estaba pensando en empezar a hacerlo en general para realmente desconectarme. Saludos!