Hace un tiempo, tú y yo, tuvimos una larga conversación sobre ética, en la que nos enfocamos en comprender qué es correcto y qué es incorrecto.
O más bien: qué formas de pensar existen para decir si algo está bien o mal.
Por suerte, hoy no vamos a hablar de eso. Quiero contarte sobre otra cosita que estudia la ética: la felicidad y el buen vivir.
Así es, queridos lectores: la filosofía no solo sirve para amargarse la vida con dilemas irresolubles.
También nos ayuda a desamargarnos, dándonos pautas sobre cómo vivir.
Uno de los filósofos más conocidos por darnos estas pautas, fue un caballero llamado Aristóteles. Escribió 3 libros enteros, explicándonos cómo deberíamos vivir.
Si los hubiera escrito hoy sería considerado autoayuda. Pero como lo escribió hace 2 mil años, resulta que es un clásico. Así es la vida.
No obstante, por algo es un clásico: la ética aristotélica es sencilla y muy práctica para saber qué nos falta mejorar en nuestras vidas.
Déjame contarte de qué se trata.
Felicidad en la virtud
Según mi pana Aris, la felicidad se alcanza buscando la virtud o “excelencia de carácter”.
Es decir, intentar siempre hacer lo correcto, en el momento adecuado y de la manera correcta. Si logramos esto, seremos felices. Esta doctrina se conoce como una ética de las virtudes.
¿Te acuerdas de la primera edición sobre ética? Hablamos sobre dos sistemas éticos: deontología y consecuencialismo. Bueno, resulta que esta corriente es una tercera opción de la que no te había contado, porque sabía que llegaría este día.
Según la ética de las virtudes, una acción es ética según tus rasgos internos y comportamiento individual. Cada situación es diferente y requiere que ejercites alguna virtud. A veces, es necesario que seas valiente, otras, humilde. Mientras logres hacerlo, serás feliz.
Esto es diferente a la deontología (lo correcto es cumplir con el deber, siempre) y el consecuencialismo (lo correcto depende del resultado del acto). Si bien pueden llegar a conclusiones parecidas, son tres caminos diferentes para abordar una situación.
Si te fijas, hemos puesto énfasis en hacer. Esto es porque según Aristóteles, las virtudes deben practicarse, o no sirven de nada. El propósito de la ética es volverse bueno, no basta con saber lo que es bueno.
En la práctica, solo ejercitando la amabilidad nos volvemos más amables, solo manteniendo la calma desarrollamos la templanza y así será con cualquier otra forma de ser.
El foco en la acción tiene una consecuencia muy relevante. Si basta con actuar apuntando a la excelencia para ser feliz, entonces siempre estará en nuestro poder alcanzar la felicidad.
No necesitamos que ocurran eventos externos o lograr ciertas cosas para sentirnos bien. Aristóteles nos propone lo contrario: nos dice que “una acción bien hecha es ella misma el fin”.
Esto suena parecido al estoicismo, y es porque esta doctrina también pertenece a la ética de las virtudes. Se parecen, pero no son iguales. Aunque sobre las diferencias, podemos hablar otro día.
Para terminar, nos falta algo: ¿cómo sé si estoy actuando virtuosamente en cada situación?
El justo medio
Aristóteles nos propone actuar virtuosamente para ser felices. Bonito, pero ¿cómo voy a saber qué es lo virtuoso en cada caso?
Para esto, Don Filosofía nos ofrece la doctrina del justo medio: buscar la acción intermedia entre el exceso y el defecto, según nuestra situación específica.
Por ejemplo: una virtud es la valentía. El exceso de esta, es la temeridad (tomar riesgos de forma imprudente) y el defecto, la cobardía (no atreverse a nada).
Así puede ocurrir con todas las virtudes de la ética aristotélica: está la valentía, la moderación, la paciencia, la sinceridad, el ingenio, la generosidad y la justicia, entre otras. En todas ellas, existe una versión excesiva y otra defectuosa.
Para encontrar el justo medio, Aristóteles nos propone comenzar identificando si estamos más cerca del exceso o del defecto. Por ejemplo, yo tiendo a estar siempre más inclinado hacia la cobardía que a la temeridad. Por ende, debo buscar formas de practicar la valentía y así poder actuar virtuosamente cuando sea el momento.
Entonces…
En síntesis, hay dos cosas que debemos saber según Aristóteles:
Alcanzamos la felicidad actuando virtuosamente. Y la virtud necesaria depende de cada situación.
Podemos encontrar la virtud que necesitamos, apuntando al justo medio entre el exceso y el defecto.
Para filosofar
La ética de Aristóteles nos deja dos bonitas preguntas para que les des una vuelta:
¿Qué virtudes necesitas desarrollar, y cómo se ven en la práctica?
En estas virtudes, ¿estás más cerca del exceso o del defecto?
Cuéntame lo que piensas al respecto, respondiendo a este correo o…
Colofón
Me había quedado este tema pendiente de la serie de artículos sobre ética. Ahora sí lo podemos dejar por cerrado por un tiempo.
Estuve etiquetando los artículos hasta la fecha, así que ahora puedes encontrar todos los de filosofía, dando click acá.
Si te gustaría profundizar en esta edición, puedes leer la “Ética a Nicómaco” de Aristóteles. No es difícil de leer, y es interesante vivir estos textos clásicos de primera fuente.
Se llama así porque quien compiló las enseñanzas de Aristóteles fue su hijo, NIcómaco. En realidad Aristóteles no escribió un libro, pero dejó pergaminos que eran como los apuntes de sus clases de ética, las cuales pasaron a ser considerados como libro después. Dato histórico.
En fin. La próxima edición ya tiene título. Es “Cómo escribir bien”. No te la pierdas.
Muchas gracias por leerme este domingo. Si me quieres ayudar, puedes compartir este proyecto usando tu enlace único:
Y dejar un me gusta con el botoncito de abajo.
Hasta el próximo domingo.
– Francis
Hola Francis, muy buen blog (o como se le pueda llamar a esto), pero es necesario saber tambien que la felicidad según los filósofos griegos no tenia nada que ver con como la conocemos hoy en día. Aunque en este instante no recuerdo del todo a los autores que divulgaban sobre este tópico, me voy a atrever a parafrasear. La felicidad es el bienestar de la persona en comunidad, donde se deja de lado la individualidad en pos de la sociedad, esta no es medible frente a risas o por producción de endorfinas, sino que, es a largo plazo al sentirse en plenitud y parte de un grupo de personas que tienen valores comunes.
Aunque el ser humano a avanzado mucho desde estos "hallazgos filosóficos", nuestra forma de actuar entre pares se ha mantenido en cierto aspecto, aún seguimos buscando pertenecer a comunidades afines a cada uno y los sentimientos siguen siendo los mismos que tenían los griegos milenios atrás.