Tengo una inclinación a probar nuevas rutinas y hábitos. Comenzar a hacer algo todos los días (o dejar de hacerlo) y ver cómo impacta en mi vida.
Siempre me tomo estos cambios como experimentos. Les pongo un plazo y los pruebo. Si me gustan, los mantengo dentro de lo posible. Si no, los dejo hasta ahí.
Pensé que sería interesante contarte sobre mi experiencia con cosas que he probado y abandonado. Ojalá te sirva de inspiración o disuasión para probarlas.
También será interesante para mí hacer memoria y recordar por qué dejé cada cosa botada.
Veamos qué tal.
Meditar 10 minutos todos los días
De todas las cosas de esta lista, meditar es la que más echo de menos.
A finales de 2021, leí The Headspace Guide to Meditation and Mindfulness, una introducción práctica a la meditación y consciencia plena. En este libro te enseñan un ejercicio de 10 minutos de meditación, pensado para que lo hagas todos los días.
Explicado en simple, el ejercicio consiste en sentarte e intentar ser consciente de tu respiración, dejando que los pensamientos surjan, pero sin aferrarte a ellos.
En ese momento, tomé el desafío de hacerlo todos los días de octubre. Me gustó mucho la experiencia, por lo que seguí haciéndolo hasta casi un año después (según la app que usaba, tengo 213 sesiones de meditación en ese período).
Meditar tuvo varios efectos positivos en mi vida:
Me ayudaba a mejorar mi ánimo inmediatamente.
Me transmitía una sensación de calma que me acompañaba a lo largo del día.
Me ayudó a ser más consciente de mis emociones y sus causas.
Me permitió ser más agradecido del simple hecho de existir (muy hippie, sí).
¿Por qué lo dejé?
Haciendo memoria, no tengo idea. Tristemente, siempre pasa con los buenos hábitos: dejas de hacerlos y no sabes por qué. Alguna excusa inventé en ese momento.
Algo que siempre me pareció contradictorio de meditar, era intentar buscar la calma en las mañanas, para luego vivir el resto del día corriendo, discutiendo, ambicionando, etc. Creo que a veces me daba algo de miedo que meditar me hiciera cuestionar tanto mi estilo de vida que terminara haciéndome abandonar todo.
Es fascinante como 10 minutos al día pueden cambiar tu perspectiva.
En fin, es algo que recomiendo mucho. Especialmente si sientes que te abruman las emociones, o te gustaría ganar más consciencia de ellas.
Si te interesa, te recomiendo el libro que mencioné arriba. También hay una serie de Netflix y App con el mismo nombre.
Ayuno intermitente
Por si no te suena, el ayuno intermitente consiste en restringir las horas del día en que comes. Lo más común es comer solo en una ventana de 8 horas (de 13:00 a 21:00, por ejemplo), pero hay varias formas de hacerlo.
Antes de probar el ayuno intermitente, era demasiado ansioso con la comida. Odiaba esa sensación de tener hambre, por lo que siempre sentía que tenía que extinguirla lo antes posible, ojalá con algo dulce. Muchas veces, eran más ganas de distraerme que una necesidad fisiológica real. (Hoy aún tengo bastante de esto, pero mucho menos).
Creo que por eso mismo me pareció atractiva la idea de pasar hambre a propósito. Además, los beneficios que prometía esta práctica eran varios: claridad mental, bajar de peso, ahorrar tiempo, y además se suponía que gatillaba procesos de limpieza celular en el organismo (autofagia).
Así que decidí probarlo. Los primeros días me moría de hambre, pero después de un par de semanas me fui acostumbrando. Algunos de los efectos positivos que me dejó fueron:
“Aprender” a pasar hambre, y dejar de sentir el hambre como algo demasiado negativo.
Tener más consciencia de mi apetito en general, y distinguir el hambre real de las ganas de comer.
Si no recuerdo mal, bajé algo de peso.
También, creo, que me ayudaba a concentrarme más en la mañanas cuando estaba en ayuno.
Tenía más tiempo en la mañana (antes hacía varias pausas para comer algo).
Ahora bien, habiendo investigado más sobre este tema, te puedo decir que la parte de la “limpieza celular” no se ha comprobado en humanos. De hecho, los últimos estudios muestran que los beneficios del ayuno se dan solo por consumir menos calorías en total. Esto no significa que no sirva, de hecho, sigue siendo muy recomendada en casos de obesidad o diabetes (siempre con la supervisión de un médico). Acá te dejo un video con más información.
Personalmente, dejé de hacerlo porque empecé a entrenar fuerza y necesitaba comer más proteínas y calorías para que esto hiciera efecto. Y para eso, era esencial comenzar a comer desde temprano.
Si lo volviera a hacer, algo que haría distinto sería saltarme la cena (comer hasta las 16:00 por ejemplo) en vez del desayuno, ya que dejar de comer temprano mejora tu calidad de sueño también.
Llevar un diario de vida
Esto sí que no recuerdo de dónde lo saqué, pero sí sé que fue en plena pandemia (2020), en un período en que estaba muy perdido vocacional y creativamente, y por supuesto que el encierro contribuía a que mi mente fuera una cazuela de pensamientos autoflagelantes.
Empecé todos los días a escribir sobre lo que me viniera a la cabeza. Podían ser cosas que me angustiaran, ideas de planes para el futuro o simplemente un recuento de lo que había hecho el día anterior.
A propósito, me acabo de poner a leer algunas de esas entradas y no te cuento las ganas que tengo de volver al pasado a cachetearme. Pero al mismo tiempo es esperanzador ver cómo las cosas que me acomplejaban en ese momento se fueron resolviendo.
Para hacerlo, llevaba mi diario en un archivo de texto, ponía la fecha y me ponía a escribir. Siempre pensé que me hubiese gustado escribir en papel, pero la verdad es que escribo al menos 10 veces más rápido en el teclado, así que preferí hacerlo digital.
Algunos de los beneficios que recuerdo de esta práctica fueron:
Bajar la ansiedad. Cuando escribía sobre mis problemas, sentía que los estaba domando.
Pensar mejor y ser más creativo. Poner una idea por escrito te obliga a estructurarla y hace más fácil construir sobre ella.
Tener consciencia de cómo estás usando tu tiempo, especialmente cuando escribes sobre tu día.
Este hábito no lo he dejado completamente. Cuando me siento demasiado aproblemado, escribo una entrada tipo diario, en la que vuelco todo lo que siento y pienso. Nunca falla para desenredar los problemas y recuperar la esperanza.
No obstante, sí dejé de hacerlo todos los días, principalmente porque sentí que ya no lo necesitaba y era un tiempo que podía dedicar mejor a otra cosa.
Sin duda creo que es una práctica muy positiva en tiempos difíciles, pero cuando ya tienes una dirección clara, puede incluso resultar contraproducente estar todos los días rumiando sobre el día anterior.
Como dice el dicho: “Si estás pensando mucho, escribe. Si estás pensando poco, lee”.
Para terminar
Tenía muchas más cosas que contarte, pero ya se me hizo muy larga la edición. Si te gustó, deja un me gusta para ver si hago una segunda parte.
Aprovechemos de conversar:
¿Hay algún hábito que hayas probado y luego abandonado? ¿Alguno que me recomiendes? Cuéntame en los comentarios.
Muchas gracias por leerme este domingo. Recuerda que me ayudas mucho con el botón de Restack (♻︎) que comparte esta edición con el resto de Substack.
Hasta el próximo domingo.
– Francis, abandonador de hábitos.
Yo también soy de probar y dejar. Sobre todo con el ejercicio. A veces me da por intentar cosas nuevas y acabo con la misma conclusión: nadar es lo mío.
Me parece que atrevernos a hacer actividades diferentes es un buen primer paso hacia hábitos que nos convienen.
Aunque… a veces no encuentro una razón específica, como dijiste con la meditación. Sería bueno ser consciente (ja, la ironía) de ellas.
Que bonito es ver la evolución que tenemos a lo largo de la vida. Ojalá que vuelvas a meditar! a mi también me ha permitido descubrir un mundo infinito de cosas buenas y posibilidades en mi mente. Y después de ver varias entrevistas de Harari sobre su nuevo libro esta convicción se hace más fuerte. Gracias por tu reflexión :)