Si te gusta leer, tomar notas y escribir como a mí, probablemente habrás escuchado sobre Zettelkasten, o del movimiento del “Segundo cerebro” o del método PARA de Tiago Forte.
O tal vez te sonarán algunas apps para “pensar interconectadamente” como Roam Research, Obsidian u otras.
Todos estos conceptos y herramientas forman parte del movimiento de los “Personal Knowledge Management System“, algo así como “Sistemas de gestión del conocimiento personal”, que podríamos meter dentro de otro motivimento más grande, el de la “Productividad personal”.
En particular, la misión de estos sistemas es ayudarnos a organizar las toneladas de información que recibimos de libros, podcasts, videos, artículos y demases, y convertirla en algo valioso y así hacernos más productivos a la hora de escribir y pensar.
Por ejemplo, Zettelkasten, una de las técnicas de esta movida, se define en su página web como:
“Un Zettelkasten es una herramienta personal para pensar y escribir. Tiene funciones hipertextuales que hacen posible una red de pensamientos. La diferencia con otros sistemas es que crea una red de pensamientos en lugar de notas de tamaño y forma arbitrarios, y enfatiza la conexión, no la recopilación.“
La definición es un poco etérea, pero en la práctica, todos estos métodos son bastante parecidos. Se basan en tomar notas, procesarlas, categorizarlas e intentar encontrar temas o elementos que vinculen estas notas entre ellas. Estos patrones, son los que te permitirán – en teoría – ser más productivo y tener mejores ideas a la hora de escribir.
¿Es tan así? Creo que muchas veces, no. Déjame contarte mi experiencia y por qué creo que estas herramientas de productividad, pueden terminar jugándonos en contra.
Mi experiencia coleccionando notas
Corría el 2019. Un joven Francis sabía que tenía que empezar a escribir un blog pero no tenía idea de cómo.
Recuerdo haber visto una charla de Ryan Holiday, escritor de “Ego is the enemy” y uno de los autores de autoayuda más prolíficos del último tiempo. Este maldito publica un libro al año desde hace al menos 10 años – la mayoría de ellos son éxitos de venta.
Su secreto – decía en la charla – era leer mucho, y cada idea valiosa que encuentra, la escribe en una tarjeta (de esas amarillas antiguas que usaban los médicos) y la guarda en una caja agrupada por temas. Por ejemplo, tenía una caja llena de frases e ideas sobre el “Ego”. Así, cuando se sentó a escribir el libro “El ego es el enemigo”, este le salió de un tirón.
En la teoría tiene todo el sentido del mundo.
Poco después, me puse me puse a investigar sobre este tipo de sistemas, y descubrí que todos tenían una metodología similar, así que me puse a ello.
En esos tiempos, ya tenía la costumbre de leer harto y de subrayar los libros que leía, así que le agregué una etapa al proceso: traspasar las notas del libro a una aplicación (yo usaba Roam Research) y luego les ponía etiquetas que me permitirían encontrar más adelantes todas las ideas asociadas a un tema. Esto era un proceso larguísimo, pero que se sentía bien. Me sentía productivo. En camino a ser el próximo Ryan Holiday.
Cuando empecé a escribir, de lo que más escribía era de libros que había leído. Así que ese proceso me caía como anillo al dedo. Leía → Pasaba notas → Escribía sobre las notas.
Lamentablemente, con el pasar de los meses, este proceso se fue volviendo cada vez más cansador. No tenía tiempo para pasar las notas de mis libros (es algo que realmente toma mucho tiempo) así que no podía escribir de ellos, o al menos no me lo permitía. Pasé de un artículo a la semana, a uno cada quincena. Luego a uno al mes.
Y, así de a poco, dejé de escribir.
Por supuesto, Zettelkasten no tiene toda la culpa. Pero sí parte de ella. La herramienta que me debía ayudar a escribir, se transformó en una excusa para no hacerlo.
No todos somos Ryan Holiday
Desde que comencé a escribir en Substack, publico un artículo a la semana, sin falta.
Curiosamente, ya no paso notas de de un lado a otro. Si tengo ganas escribir sobre un libro que ya leí, le doy una repasada por encima, y luego escribo sobre él.
A veces consulto la aplicación con todas mis notas antiguas, que recopilé cuando usaba Zettlekasten. La verdad es que casi nunca me sirven. Las ideas que me parecen realmente valiosas se quedaron conmigo o vuelven a mí como epifanías en algún momento inesperado.
Mi moraleja de esta historia es la misma que en muchas otras: no hay que confundir el medio con el fin.
Zettelkasten y toda la otra tracalada de sistemas, herramientas y aplicaciones que prometen hacerte más productivo y – como era mi caso – escribir mejor, son un medio para un fin.
Lamentablemente, creo que muchos nos confundimos y las terminamos tratando como un fin en sí. Nos quedamos con ellas porque se sienten productivas, para poder ostentar de una colección gigante de notas “interconectadas” y jactarnos en Twitter de nuestro grandioso “segundo cerebro”.
En realidad lo que estamos haciendo muchas veces es procrastinar lo realmente importante: escribir y publicar. Llenar la página en blanco. Pasar de cero a uno. Dejar tu huella creativa en el mundo.
Esto me parece doblemente peligroso si consideramos que cada gurú de la productividad quiere venderte su propio método. Convencerte que tiene la fórmula secreta para ser más y mejor.
No quiero decir que tomar notas o procesarlas sea malo. Documentarse bien es indispensable para quienes quieren escribir cierto estilo de artículos o libros. Si tu estilo es como el de Ryan Holiday y quieres escribir una retahíla de citas y anécdotas de filósofos antiguos y héroes históricos, probablemente necesites un sistema así.
Pero si no, probablemente no. No todos queremos ser Ryan Holiday. Y tampoco necesitamos un Zettelkasten.
Para terminar
Esta edición fue un poco más de nicho, espero te haya parecido interesante de todas maneras. No tengo mucho más que contarte hoy, ando con la cabeza en otro lado.
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Muchas gracias por leer y comentar.
Hasta el próximo domingo.
– Francis, en contra de los gurús de la productividad.
Mis dos pesos en este asunto: creo que el Zettelkasten funciona para proyectos de investigación específicos. Esa idea de tratar de archivar y reutilizar todo lo que vemos, escuchamos y leemos me parece agotadora. Pero si quieres centrarte en un tema concreto con fines concretos, el Zettelkasten puede ser muy útil.
¡Gracias! Yo siempre he visto estos sistemas de lejos y me da la impresión que implican mucho esfuerzo y no sé en realidad cuánta "ganancia" me vayan a aportar.
Yo lo que más uso son citas de libros y simplemente las tengo recopiladas en un board con tarjetas en Notion para tenerlas de manera más visual.